A solo cinco meses desde que comenzara a operar en Santiago la única oficina de desarrollo que tienen fuera de Estados Unidos, el CEO de Evernote, Ian Small, se enteraba que en Chile tenía lugar el estallido social más grande en décadas.
Pero a pesar de que la tensión en las calles chilenas no ha cesado, la firma de Silicon Valley, que desarrolla una aplicación de productividad con más de 200 millones de usuarios a nivel mundial, no ha perdido ni un poco el entusiasmo por el país. Lo anterior queda demostrado con su nueva inversión de US$1,5 millones, a partir de la cual contratarán a 25 nuevos ingenieros de software, talentos por los que Chile se destaca y por los que decidieron instalarse en territorio nacional con el apoyo de InvestChile.
Así lo relata Small, un canadiense que en su juventud vivió la crisis por la iniciativa separatista de Quebec, la cual se resolvió, entre otras cosas, a través de cambios constitucionales. A partir de esa experiencia, hace paralelos con Chile y se siente confiado, asegurando que si Evernote demuestra que las cosas funcionan aquí, no sería raro que otras tecnológicas le sigan.
¿Qué pensó cuando se enteró del estallido social en Chile?
-Durante algunos días, Chile estuvo en los titulares de cualquier periódico alrededor del mundo. Eso inquieta. Si bien una de las razones por las que vinimos a Chile fue por el talento, la otra fue la estabilidad. Obviamente, frente a las protestas y sobre todo, los problemas que fueron revelados por las protestas, no se puede decir que no se está preocupado.
En la compañía tenemos gente con distintos puntos de vista respecto a lo que está sucediendo, lo que es natural, pero lo común era la preocupación respecto a qué iba a significar para nosotros y si nos iba a desalentar.
Aunque nuestros ojos están mucho más abiertos que antes, nuestro compromiso con Chile sigue y no retrocederemos en nuestros planes. Nosotros vinimos acá por razones fundamentales y esas no han cambiado.
¿Hubo temor respecto a lo que ocurría en el país?
-Si tú eres chileno te puede parecer que lo que ocurre en el país es increíblemente importante, pero desde afuera puedes ver que al mismo tiempo había cosas similares en Francia o Hong Kong. El mundo actualmente atraviesa cambios y algunos de esos cambios están llegando a Chile. Lo que está ocurriendo acá es por asuntos muy locales, pero también forma parte de un fenómeno global. Partir a otro lugar no te da garantías de que las cosas van a estar mejor que en Chile en unos meses más.
Está comenzando una discusión constitucional. ¿Le preocupa ese tema puntual?
-Soy canadiense y crecí en Quebec, la parte francoparlante del país. Durante mi juventud el movimiento separatista fue muy fuerte, con un plebiscito tan ajustado como el brexit. En este caso ganó quedarse y ese proceso en su totalidad fue una combinación de protestas, violencia, discusión, colaboración y reforma constitucional, la cual involucró cambios en el curso de seis o siete años; nos tomó bastante.
Todas esas cosas pasaron en Canadá y no fue un proceso tranquilo, con una línea recta entre el punto “a” y el punto “b”, hubo zigzags, con algunas partes buenas y otras feas. Pero pese a los puntos de vista extremos, como quienes decían que “Quebec se debía ir, es un país diferente” o los extremadamente orgullosos de ser canadienses, el país encontró un camino para dar con una solución que no arregló todo, pero que dio con un acomodo para que se pudiera seguir adelante.
Habiendo pasado por todo eso, sabiendo que no es fácil, cuando miro los rangos de opinión que hay en Chile, de un extremo al otro y con gente en el medio, tengo fe en que, en última instancia, los chilenos cuidarán de Chile y que el país y el pacto social van a evolucionar. Van a encontrar un camino. ¿Cuál es ese camino? No tengo idea, los chilenos tendrán que dilucidarlo.
¿Chile puede todavía aspirar a ser un hub regional?
-Todo análisis que se realiza desde fuera de América Latina, o más específicamente Sudamérica, coloca a Chile como el número uno en cualquier índice que tenga que ver con espíritu emprendedor. Cuando miro la región, no tengo ningún problema en ver a Chile todavía en esa posición de liderazgo regional. Si vas a venir a esta parte del mundo, Chile todavía hace mucho sentido.
Desde nuestro punto de vista, tienes que ser un poco valiente y un poco loco para ser el primero en hacer cualquier cosa. Pero creo que una vez que seamos capaces de demostrar que las cosas nos están resultando, que lo que hacemos acá es sostenible y que puedes construir una oficina de desarrollo en Chile, Silicon Valley va a hacer algo en lo que es bueno, copiar rápido lo que funciona bien.
Lo importante es que el país retenga a sus talentos, y que no partan porque encuentren mejores opciones en la escena global. Eso es fundamental para que generes tu propio ecosistema de creación emprendedora, porque es preciso entender que las compañías tecnológicas realmente pueden estar en cualquier parte del mundo.
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Fuente: Pulso