Esta revolucionaria técnica implementada en proyectos de cultivos agrícolas y pastoreo de ganado, busca conservar los ecosistemas y recuperar suelos degradados, generando un menor impacto ambiental y mayor equidad social.
Según la Organización de Naciones Unidas, en la actualidad, la población mundial es de unos 7 mil 300 millones de personas y, se estima que de aquí al 2050 esa cifra aumentaría a 9 mil 700 millones. Frente a este crecimiento acelerado de la población humana y las consecuencias de la grave crisis climática que hoy enfrenta nuestro planeta, nace la interrogante de cómo alimentar a toda esta población de manera eficiente pero además cuidando el medio ambiente.
La especialista en sustentabilidad alimentaria, y directora de la consultora Bosque Frío, Anita Rivera, explica que “actualmente se producen suficientes calorías para alimentar a la creciente población mundial, el problema es que esas calorías están mal distribuidas, y un 40% de los alimentos que se producen en el mundo se pierden y nunca llegan a la mesa del consumidor final. Por lo que la discusión debería estar centrada en el cómo producimos los alimentos más que en el cuánto”.
En este contexto es que en los últimos años el concepto de agroecología se ha levantado como una solución viable, tanto así que en 2018 incluso es reconocido por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) como una alternativa para el desarrollo de un sistema alimentario más resiliente y sustentable. Se trata de la implementación de un sistema cultivo y de crianza de ganado que busca el cuidado y conservación de los ecosistemas del lugar y evitar la degradación de los suelos.
La FAO define la agroecología como una disciplina científica, un conjunto de prácticas y un movimiento social que buscan el desarrollo de sistemas sostenibles de producción agraria. Para ello se basan en el desarrollo rural, la soberanía alimentaria, la conservación de los recursos naturales y de la biodiversidad. Y para lograrlo se incentiva la utilización óptima de los recursos locales, se potencia la cultura rural y sus valores éticos como el comercio justo, y promueve cuidar la calidad de vida de los agricultores y campesinos.
“Y en ese cómo es que la agroecología juega un rol fundamental porque permite producir alimentos de manera más sustentable y justa, con menor impacto ambiental y mayor equidad social. Es un movimiento que ha ido ganando terreno en los últimos años, en especial en el segmento de la agricultura familiar campesina, responsable de la producción de aproximadamente el 70% de los alimentos a nivel global. Los agricultores familiares son las personas que tienen las herramientas para practicar la agroecología”, agrega Rivera.
En 2018 la FAO hizo un llamado a brindar un mayor apoyo a la agroecología a través de políticas públicas e instrumentos de fomento para avanzar en su desarrollo.
Como respuesta a este llamado, Chile a través de Indap (Instituto de Desarrollo Agropecuario), ha implementado diversas estrategias como el “Programa de Agricultura Sustentable” y la “Comisión Nacional de Agroecología” integrada por las organizaciones campesinas de representación nacional y el organismo público.
Todas ellas respaldan las técnicas que se utilizan en este sistema de producción y entre las que se cuentan minimizar la labranza o arado del suelo; un manejo del agua utilizada para riego o consumo animal de forma más eficiente; y la planificación del pastoreo del ganado en los prados.
También se han incorporado iniciativas como rotar el cultivo de cereales con pastos perennes como el trébol, ballica o festuca; maximizar la diversidad de especies o cultivos sembrados en distintos períodos y en un mismo terreno; implementación de cover crops (realizar cobertura del suelo para evitar erosión y pérdida de humedad); y el uso de compost orgánico para fertilizar en vez de químicos, entre otras estrategias.
En la Región del Bío-Bío existe Agrícola El Manzano, una pequeña comunidad que desde hace dos décadas han implementado sistemas de producción agroecológica y regenerativa, así como programas de educación sobre estas disciplinas.
Todo comenzó cuando los hermanos Carrión-Raby decidieron hacerse cargo del fundo familiar ubicado en el sector Las Arenas del Laja, donde se cultivaba monocultivos y se usaban agrotóxicos. “Yo estudié agronomía pero muy temprano me di cuenta que habían cosas que no me hacían sentido. Afortunadamente conocí la permacultura (sistema que busca la creación de asentamientos humanos sostenibles, ecológicamente sanos y viables en materia económica) y tuve la posibilidad de experimentar con formas distintas de trabajar el campo”, dice Javiera Carrión, una de las especialistas que lidera El Manzano.
Carrión explica que en todos estos años ellos han podido comprobar in situ los beneficios de este sistema: en sus predios se producen alimentos -principalmente granos- en un lugar que estaba destinado por la clasificación de suelos, sólo para plantaciones de pino y eucaliptus. “Es cosa de comparar este campo con el del vecino para ver que funciona”, afirma. “Y al final tienes como retorno alimentos sanos y el gran beneficio de poder criar a tus hijos en una ambiente libre de tóxicos”, opina enfática.
La agroecología se aplica tanto a la producción vegetal (horticultura y fruticultura) como a la producción animal (ganadería y aves), intentando proponer una mirada holística del manejo de una campo. Esto permite no sólo tomar en cuenta los recursos financieros y de infraestructura, si no también darle un valor a la experiencia personal.
Quienes en Chile han aplicado con éxito el concepto de agroecología y de regeneración en la ganadería es “Carnes Manada”. Con sede en la Región de Los Ríos, el 2011 nació esta empresa en reacción a los sistemas de producción y comercialización convencionales de producción de carne – principalmente bovino- y con la idea de desarrollar un sistema de producción que ponga la salud del suelo como preocupación central.
Para ello planifican su producción imitando la relación de herbívoros con los pastizales, evitando el uso de insumos químicos. “La idea es potenciar la actividad biológica de los suelos, entendiéndolo como un sistema vivo, y emplear el suelo como un sumidero de carbono. A medida que los suelos son más ricos en microorganismos, más carbono son capaces de fijar, contribuyendo así a revertir el cambio climático” explica Cristóbal Gatica, ingeniero agrónomo y uno de los socios fundadores de Carnes Manada.
Asegura, además, que en los años que llevan implementando este tipo de pastoreo del ganado han visto la reaparición de especies indicadoras de la buena salud de los campos, como el escarabajo estercolero, y han registrado visitas de animales que conviven en las praderas aledañas.
Gatica agrega que este tipo de ganadería tiene más beneficios que los sistemas de producción industrial porque los animales rumiantes evolucionaron para aprovechar la fibra que le entrega el forraje y no así los granos. “Los animales pueden pastar en grupo porque tienen el espacio suficiente para hacerlo, lo cual también está acorde con su naturaleza. Además, como no se utilizan agroquímicos, pesticidas, antibióticos ni hormonas, no hay residuos de estos tóxicos en la carne”, explica.
“Todo esto no solo se traduce en bienestar animal, si no que en una carne de mucha mejor calidad. Esta es una nueva forma de producción animal y queremos transformar el mercado de la carne en Chile en un espacio de colaboración e inclusión, cuidando la tierra y las personas que viven de ella”, asegura.
Para saber más sobre la industria alimentaria en Chile, revisa el siguiente artículo.
Fuente: La Tercera