El país está promoviendo la creación de proyectos en cuatro líneas: transporte minero, almacenamiento de hidrógeno, fertilizantes en base a amoníaco verde, e incluso, exportación de hidrógeno verde. La gran ventaja de Chile es su crecimiento de energías limpias, la base de la versión sustentable de este gas.
Si bien la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ) había hecho una primera aproximación al hidrógeno verde con un evento el año pasado, el que se realizó hace unos días en Santiago marcará un antes y un después del interés de Chile en este elemento. Tanto autoridades como el sector privado ya están analizando cómo dar el vamos para producir este gas que se usa como combustible, donde la principal ventaja de Chile es su abundante disponibilidad de energía solar.
Durante el seminario “Hidrógeno Verde para la transición energética de Chile” se escuchó varias veces la posibilidad de que el país se convierta en una potencia en este aspecto.
Para producir el hidrógeno verde, se debe tomar agua, la cual -luego de un proceso de electrólisis, genera oxígeno e hidrógeno, lo que requiere una gran cantidad de energía. Actualmente, cerca del 96% del hidrógeno del mundo se extrae a partir de combustibles fósiles y sólo el 4% del agua. Pero esto está cambiando radicalmente gracias a la disminución del costo de las energías renovables, especialmente la solar. Y Chile, es uno de los productores de energía fotovoltaica que ha tenido el mayor crecimiento en los últimos años, razón por la que están puestos tantos ojos en el Desierto de Atacama, con sus 3.500kWh/m2 (DNI) y 3.000 horas de sol al año, además de una radiación promedio de 65% más que en Europa.
Pero, además, el hidrógeno es un gas con una muy baja densidad y hay que comprimirlo y almacenarlo de forma eficiente, algo que tampoco es barato. Menos aún si se decide pasarlo a un estado líquido (licuefacción). Sin embargo, tiene una autonomía mayor y tiempos de carga menores que las baterías eléctricas y -a diferencia de los combustibles fósiles- sin emisiones de C02.
“La idea de fomentar esto en Chile comenzó hace unos años cuando vimos que en Alemania estaban produciendo hidrógeno a partir de sus remanentes de energía eólica. Acá en Chile no se conocía mucho el hidrógeno verde”, comenta Rodrigo Vásquez, asesor del Programa de Energías Renovables de GIZ, y agrega: “En el último año el interés ha crecido muchísimo en las empresas, principalmente como combustible para la minería, pero ya se están viendo en otros nichos. Todos estamos aprendiendo, especialmente ahora que hay una nueva concepción de la sustentabilidad”.
Paralelamente, Corfo ya estaba explorando la idea de implementar hidrógeno verde en camiones para la minería que -según los especialistas- podría ser la primera aplicación concreta a nivel local. Y con la llegada del actual gobierno, el Ministerio de Energía lo ha mencionado directamente dentro de su “Ruta Energética”.
En este aspecto, el camino de Chile pasa por comenzar a generar proyectos en cuatro líneas de negocio: Transporte en la minería (reemplazar el diésel o tener motores duales), almacenamiento de hidrógeno, fertilizante en base a amoníaco e incluso, exportar hidrógeno verde. Y de pasada, aprovechar de mejorar nuestra independencia energética.
“Como gremio, estamos atentos a lo que está sucediendo con la economía del hidrógeno en nuestro país, sobre todo porque vemos que es una gran oportunidad para profundizar el desarrollo de las energías renovables”, comenta Darío Morales, director de estudios de la Asociación Chilena de Energías Renovables (Acera).
Morales reconoce que el interés ha crecido mucho en el último año entre las empresas de este gremio, muchas de las cuales ya crearon áreas específicas para enfrentar el hidrógeno. Y a pesar de que Chile tiene muchas ventajas, “una de las principales barreras – y a la vez una oportunidad- es tener la capacidad de seguir impulsando políticas públicas en las cuales el Estado, la academia y el sector privado trabajen en conjunto y en pos de un objetivo común”, comenta el director de estudios de Acera.
Por su parte, Philipp Bezler, gerente de Estrategias y Desarrollo de Negocios de Siemens Chile (uno de los grandes actores de tecnología para generar hidrógeno verde), estima que “se ha visto un gran avance de las autoridades en los últimos dos años. Creo que como país tenemos un tremendo potencial, incluso, para la exportación. Pero claramente necesitamos un marco regulatorio y líneas de subsidios que incentiven a la industria energética a cambiarse cada vez más al hidrógeno verde”, concluye Bezler.
Otro negocio interesante es el “amoníaco verde”, compuesto que se obtendría de la mezcla de hidrógeno verde y nitrógeno. Este elemento es la base para desarrollar fertilizantes (urea) en la industria agrícola.
“Muchos ven a este producto como una vuelta a lo que fue Chile hace más de 100 años: un gran productor mundial de fertilizantes”, dice Rodrigo Vásquez, de GIZ, refiriéndose a la época de oro del salitre. Hoy podría pasar algo similar, pero con un foco más sustentable.
Para conocer más sobre las energías limpias en Chile, revisa el siguiente artículo.
Fuente: Pulso