En solo 10 años Chile consiguió que más del 80% de sus exportaciones de vino estén certificadas por su Código de Sostenibilidad de vinos. A través de diversas medidas, las bodegas chilenas están produciendo el vino del futuro.
La tendencia actual se inclina hacia el consumo de productos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente, y el vino no es la excepción. Así, el consumidor consciente quiere saber dónde buscar cuando se trata de un vino sostenible y producido de forma ética. Chile, principal exportador de vinos del nuevo mundo, lo sabe muy bien y por eso creó un sistema para facilitar la búsqueda de vinos Premium pero que también son responsables desde el punto de vista medioambiental y social.
Chile cuenta con uno de los programas de acreditación de sostenibilidad más amplios del mundo, con 79 bodegas certificadas por el Código de Sostenibilidad de Vinos de Chile, que representan más del 80% de la exportación de vino embotellado chileno. Estas botellas son fáciles de identificar en cualquier estante alrededor del mundo, gracias a un sello prominente que destaca que se trata de un «Vino Sustentable Certificado de Chile”, código que incluye todo tipo de bodegas chilenas, independientemente de su tamaño, desde pequeños productores hasta las más grande cooperativas nacionales.
Lanzado inicialmente en 2010, el Código de Sostenibilidad de Vino de Chile, logró que en solo 10 años el país consiguiera que más del 80% de sus exportaciones de vino estén certificadas en cuanto a sostenibilidad y responsabilidad social. Esto cuando la mayoría de los países aún no cuentan con un código de Sustentabilidad que garantice la elaboración responsable de sus vinos.
En primer lugar, indica que la bodega ha sido evaluada y certificada por jueces independientes para verificar que cumple las múltiples normas del Código de Sostenibilidad del país. Estas normas se dividen en secciones que abarcan las prácticas agrícolas, el trabajo en la bodega -incluido el embotellado y el envasado- y la responsabilidad social, en lo que respecta a los trabajadores y las comunidades circundantes.
En el viñedo, la certificación abarca la gestión sostenible del suelo, el control de enfermedades y malas hierbas, el uso de fertilizantes y otros productos químicos, y el consumo responsable del agua, entre otros principios.
En cuanto a las prácticas sostenibles en la bodega, el código examina los esfuerzos de una bodega en cuanto a la reducción de residuos y el reciclaje, el uso de la energía, la gestión del agua industrial, la prevención de la contaminación y la reducción de las emisiones y los residuos. Incluso se tiene en cuenta el sistema de aire acondicionado de la bodega, ya que contribuye a su impacto medioambiental global.
Hoy, sin duda, el principal problema de sostenibilidad en Chile es la falta de agua y el uso eficiente de la misma, como consecuencia de la prolongada sequía que sufrimos desde hace muchos años, es por eso que el programa de sostenibilidad de Chile ha trabajado para mejorar las prácticas de riego, utilizando información meteorológica y tecnología en el campo para aumentar la eficiencia en el uso del agua. Casi la totalidad de las viñas chilenas hoy cuenta con sistema de riego tecnificado, especialmente de goteo, que es el más eficiente. Además, están invirtiendo en infraestructura hidráulica como pozos y tranques y desarrollando proyectos que, por ejemplo, permitan reutilizar las aguas industriales para riego.
Cada bodega tiene un plan para optimizar el uso de la electricidad y el combustible, con objetivos claros y verificables, tanto para la bodega como para los viñedos. Se les evalúa la gestión eficiente de la calefacción, la ventilación y la refrigeración, que forma parte de la reducción del consumo energético en todas las instalaciones.
En cuanto a la energía, las bodegas han modificado su política de iluminación, sustituyendo todo el sistema de los almacenes y bodegas por luces LED, fotovoltaicas y sensores de movimiento. Otro ejemplo es que las nuevas líneas de embotellado utilizan sistemas de generación de vapor de alta eficiencia que sustituyen la necesidad de combustibles fósiles, así como un sistema de recuperación de calor.
El foco los últimos años está en conseguir que las viñas chilenas se abastezcan con energías renovables. Muchas bodegas ya producen energía eléctrica a través de plantas fotovoltaicas. Cada una de ellas están estableciendo metas y plazos para alimentar lo más pronto posible con energía solar sus bodegas, riegos de viñedos y oficinas.
El programa de sostenibilidad chileno puso en marcha un nuevo proyecto de huella de carbono para establecer objetivos de reducción de carbono con base científica que ayuden a luchar contra el cambio climático. Un importante grupo de bodegas de Wines of Chile, que representan más del 60% de las exportaciones de vino embotellado de Chile, se han unido a una iniciativa sectorial de medición de la huella de carbono alineada con los objetivos de Science-Based Targets Organization. La meta es que estas bodegas consigan un impacto utilizando la información técnica y científica de Science-Based Targets.
Las viñas chilenas ya están tomando medidas para contrarrestar los efectos del cambio climático que amenaza con destruir la acidez de los vinos, y empiezan a valorarse diferentes planes de desarrollo sostenible que pasan por plantar viñas en otras latitudes o probar con variedades que siempre mostraron dificultades para madurar y que ahora podrían salvar la tipicidad de determinados vinos.
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Fuente: Marca Chile