Hoy casi el 25% de la electricidad del país es suministrado por fuentes renovables no convencionales. El futuro energético es verde y para 2040 toda la energía que Chile necesita podría provenir de energías limpias.
El desierto de Atacama, el más seco del mundo, es también el lugar con la mayor radiación solar del planeta. Por eso los 10.600 espejos –más conocidos como heliostatos– instalados en forma de flor parecen parte del paisaje.
Y se mueven al ritmo del Sol.
Lejos de la cortina de humo negro que se asocia a una planta energética, esta es la imagen de la primera planta termosolar de América Latina. Los heliostatos reflejan la luz del sol sobre un receptor, el que calentará sales fundidas en su base, los que encenderán una caldera y esta, a su vez, una turbina. El flujo de vapor entre ellos y un sistema de almacenamiento permitirá que el proyecto genere energía las 24 horas del día. Esta central producirá suficiente electricidad para una ciudad de 380 mil hogares. No solo eso. Además, ahorrará la emisión de 640 mil toneladas de dióxido de carbono al año.
España y Estados Unidos son los países con la mayor capacidad instalada de energía termosolar. Pero esta planta termosolar no está en ninguno de esos países. Está en Chile.
A 60 kilómetros del norte de Calama, se encuentra la comuna de María Elena. La misma que a inicios del siglo XX se hizo conocida por el auge de las salitreras, hoy vuelve a tener fama mundial, por ser el nuevo epicentro energético de Chile y el lugar donde se emplaza este campo solar llamado Cerro Dominador.
La primera planta termosolar de Latinoamérica se inauguró a comienzos de junio de 2021. El proyecto fue construido por el consorcio formado por las empresas extranjeras Acciona y Abengoa para la compañía IEG global Energy Partners y generará 210 megawatts (MW) de energía limpia.
Este proyecto es parte del compromiso por fortalecer la nueva matriz energética de Chile –renovable y sostenible– y para acelerar el proceso de descarbonización. El objetivo: avanzar hacia un futuro más amigable con el medio ambiente.
“Cerro Dominador es un claro ejemplo de cómo avanza la tecnología, al ser la primera planta termosolar de América Latina que permite generar energía cien por ciento renovable y 24/7, de manera flexible, confiable y segura”, dice el ministro energía, Juan Carlos Jobet.
En los últimos diez años el desarrollo de energías limpias ha sido significativo en Chile. Si en 2011 teníamos una capacidad instalada de renovables no convencionales (ERNC) de 540 MW, hoy la cifra es 11 veces mayor. Ya a fines de 2020 llegó a los 6.113 megawatts en el Sistema Eléctrico Nacional.
La meta de Chile era tener una capacidad de generación instalada en las plantas de ERNC equivalente al 20% de la matriz energética del país en 2025. Ese objetivo, explica Carlos Finat –director ejecutivo de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera), que hoy cuenta con más de 150 socios–, se superó con creces.
“Hoy en día la participación de las ERNC es de un 23%. Creemos que este año vamos a terminar cerca de un 25%. Es decir, una cuarta parte de la demanda eléctrica nacional será suministrada por ERNC”, dice Carlos Finat.
Es más. Ya en 2020 la capacidad instalada de las centrales solares fotovoltaicas y de los parques eólicos superó al que tienen las centrales termoeléctricas a carbón. Y si bien la energía solar es la que tiene mayor capacidad instalada, en julio pasado, según los datos de la Comisión Nacional de Energía, la eólica fue la que más energía inyectó a la red chilena.
La Araucanía es la segunda región de Chile que más energía eólica produce, después de la región de Atacama. Renaico –a 143 kilómetros al norte de Temuco– es también conocida como la “capital del viento”, gracias a sus condiciones climáticas que favorecen el desarrollo de proyectos eólicos.
Pero no solo hay vientos de cambio. De norte a sur podemos encontrar todo tipo de energías. Si el norte antes era conocido por sus paneles solares, ahora también lo es por el desarrollo de la energía termosolar. Empezando en la región del Maule y hasta Los Ríos, la biomasa avanza con fuerza siempre acompañada de la eólica. Ese es uno de los efectos del desarrollo de las energías limpias en los últimos años en Chile, según José Ignacio Escobar, gerente general de Acciona Energía Chile.
Primero, pasamos de tener cuatro empresas que generaban la electricidad que se producía en Chile a tener más de 40. Y, además, esa generación es mucho más homogénea en todo el territorio. Hay proyectos solares, eólicos, hidro, todos repartidos. Eso ha permitido mayor descentralización, mayor desarrollo regional, se han generado nuevas oportunidades laborales y en zonas que eran agrícolas o forestales ahora hay una tercera industria: la industria renovable –comenta.
No existe “la” energía para convertir la matriz energética de Chile en una completamente limpia. Incluso si sumáramos las fuentes eólicas y solares sería difícil. Cuando cae la noche, los paneles fotovoltaicos no generan energía. Sin viento, los aerogeneradores no giran. Hoy se habla de un “mix óptimo”. El concepto es acuñado por Rodrigo Palma, director del Centro de Energía de la Universidad de Chile, en donde se trabaja en investigación sobre temas energéticos y también con comunidades en soluciones energéticas descentralizadas.
“La energía solar tiene potencia durante el día, pero es mala en la noche. Una eólica complementa la solar. Si uno tiene la hidráulica esta cuenta con la peculiaridad que, teniendo embalses, uno puede modular por horas, semanas o meses la energía y eso le da una buena complementaria con el resto. La biomasa tiene también una intencionalidad, que está disponible en cierta época del año y en otra no. Entonces, cuando uno ve esta complementariedad existente entre todos los tipos de ERNC, uno empieza a tratar de descubrir cuál es el mix óptimo que Chile debería tener y no poner todos los huevos en la misma canasta”, dice Rodrigo Palma.
Chile tiene 6.435 kilómetros de costa en el Océano Pacífico. La inmensidad del mar y la dinámica del oleaje brindan un espectáculo natural que cautiva. Es normal ver cómo, ayudadas por el viento, las olas en la superficie marina se encrespan antes de romper a pocos metros de la orilla. Ese mismo fenómeno natural es la clave que convierte a los mares en una fuente de energía marina renovable. El potencial de las costas chilenas fue revelado en el primer mapa de energía marina.
Palma explica que hay varios tipos de energía marina. Hay por marea, por oleaje, por corrientes marinas, por gradientes de salinidad. Las más conocidas son dos: la undimotriz y la mareomotriz. La primera se extrae de la energía cinética y potencial generada por el movimiento de las olas que se transforma en energía eléctrica. La segunda utiliza las corrientes que se generan a partir de las mareas en lugares específicos de las costas.
Hay más alternativas. La geotermia aprovecha el calor interior de la Tierra para generar energía. Cuando una zona tiene muchos volcanes –Chile tiene alrededor de 150 volcanes activos– el calor subterráneo está más cerca de la superficie y es más fácil de aprovechar durante todo el día. Chile tiene en geotermia un potencial de tres mil MW. Aunque todavía su desarrollo es muy incipiente.
“Chile es tremendamente rico en energía. Pero no en petróleo, ni carbón, ni gas natural. Descubrimos que tenemos una riqueza prácticamente infinita en energías limpias”, explica el director ejecutivo de Acera.
El 2021 será el año de las energías renovables. La participación de estas durante enero y febrero llegó al 25,8%. 23.516 megawatts de potencia instalada totalizan los proyectos de energías renovables.
“Tenemos energía solar, eólica, de biomasa, geotérmica, marina, hidráulica. Esto es infinito. En la práctica, con los potenciales proyectos, se podría satisfacer 60 veces la demanda que Chile tiene hoy en electricidad”, afirma Finat.
El imparable aumento de la generación limpia se da en un momento clave. Chile se planteó como objetivo alcanzar la carbononeutralidad en 2050, lo que implica retirar toda la capacidad a carbón para 2040.
“Esta es la década en la que consolidaremos a Chile como país de energías limpias. Nuestro potencial de generación eléctrica con energías renovables es 70 veces mayor a todo lo que tenemos instalado hoy. Las ERNC representarán el 40% de la matriz al 2030. Durante las próximas semanas ingresaremos un proyecto de ley que duplique la obligación de cuotas de ERNC en el Sistema Eléctrico Nacional, pasando del 20 al 40 por ciento a finales de esta década”, explica el ministro de Energía.
Pero un futuro verde, con energías limpias y foco en el cuidado del medio ambiente tiene muchos más desafíos que solo la generación. Uno de ellos, explican Finat y Escobar, es la inclusión de las comunidades en los proyectos energéticos y la forma de conversar con el entorno humano y ambiental para desarrollar un proyecto. No solo hay que ser renovable, dice Escobar, hay que hacer buenos proyectos renovables.
Otro desafío tiene que ver con la electrificación. La energía nos rodea. Está presente en todas partes. Para comer, para trabajar, para movilizarnos. Sus usos son tan variados como las actividades humanas. La penetración de las ERNC también ha contribuido en reducir tanto la contaminación local como el dióxido de carbono que emite el sector eléctrico. Por eso la electrificación es vista como uno de los pilares para un futuro sin emisiones.
“La electricidad es como el corazón del sistema. Ese corazón tiene que ser renovable, tiene que ser capaz de alimentar el resto del cuerpo para que pueda descarbonizarse toda la energía que consumimos en Chile. El transporte, la calefacción, los procesos industriales, la minería. Ahí también juegan un rol fundamental las renovables. La energía está en todo lo que hacemos, por eso tenemos que revisar nuestro modo de consumir y producir energía. Invertir en energías renovables es invertir en el planeta”, explica el gerente general de Acciona Energía Chile.
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Fuente: Pulso