El país está promoviendo la creación de proyectos en cuatro líneas: transporte minero, almacenamiento de hidrógeno, fertilizantes en base a amoníaco verde, e incluso, exportación de hidrógeno verde. La gran ventaja de Chile es su crecimiento de energías limpias, la base de la versión sustentable de este gas.

La planta, única en América Latina, permitirá alimentar una ciudad como Antofagasta, de más de 400.000 habitantes, en forma permanente las 24 horas del día. Se trata de un tipo de tecnología que pavimenta el camino para transformar al sol en la principal fuente de la electricidad del país. 

El avance de estas fuentes seguirá creciendo en Chile; entre otras cosas, por la salida de las centrales termoeléctricas. 

A la trayectoria y sólida política en materia de energía del país, ahora se suma un nuevo lineamiento del gobierno que incluye 10 compromisos para los próximos 4 años, entre los que se incluye la reducción de tiempos de tramitación ambiental, capacitaciones técnicas y modernización de la institucionalidad.

Durante los últimos años, la matriz energética en Chile ha evolucionado con firmeza: no sólo se ha diversificado, sino que también ha bajado su dependencia de los combustibles fósiles para hacer espacio a las denominadas energías verdes, particularmente la fotovoltaica y eólica.

Si bien Chile es la niña bonita con respecto a inversión de energía solar fotovoltaica en el mundo, aún no se han masificado los paneles solares en edificios, casas y lugares públicos. El gobierno y el sector privado están empeñados en cambiar esto.